viernes, 29 de febrero de 2008

Norteamérica contra Sandino

Cine 1930

Se habla mucho de la ingenuidad yanki, tanto que nuestra pluma europea –cansada, vieja-, se detiene a veces en el momento del ataque. ¡Es tan encantador ser ingenuo! El encanto que a uno le falta por completo. Esa ingenuidad deliciosa que detiene la crítica y paraliza al combatiente, es, muchas veces, la salvación del joven pueblo norteamericano, la ineducación graciosa y falta de picardía nos han llegado a parecer agradables.

Como su afán de notoriedad primitiva codicia de heroísmo. Teniendo, como tienen, en sus manos, el formidable instrumento de difusión que es el cinema, a él han trasladado todas sus ambiciones de gloria creando una especie de épica cinematográfica, tan falsa como divertida, en sus gigantescas superproducciones de tema guerrero, basadas en la oportunista y tardía intervención de sus soldados en la gran guerra.

Por las disputas de dos sombras –Foch y Clemenceau-, que se pelean sobre millones de tumbas donde está enterrada toda una generación europea que no tenía que ver nada con la diplomacia ni con las rivalidades entre un general pretencioso y un político duro y sanguinario, que hubiera preferido vivir a ser objeto de brillantes párrafos de un libro o elocuentes frases de un discurso parlamentario. En el tiroteo Foch–Clemenceau –nunca tan mortífero como el cruzado entre las trincheras-, se prueba claramente que el ejército norteamericano no combatió apenas, lo que no es obstáculo –y aquí viene la ingenuidad-, para que los productores de los estados Unidos nos hayan inundado de películas en las que se cantan los heroísmos y proezas de su ejército en los campos de batalla del frente Oeste. “El Precio de la Gloria”, “El Gran Desfile”, “Alas”, “El Gran Combate”, y otras muchas y otras muchas constituyen por el momento, la épica del Cinema, construidas sobre ficciones y combates inocentes de un patriotismo menor de edad.

Por inofensiva, es fácilmente soportable esta fiebre juvenil de glorias militaristas. Pero los temas de la guerra mundial ya estaban agotados y era preciso continuar la serie de epopeyas cinematográficas. Y el Cinema Iñaki pretende ahora explotar otra mina de asuntos con la lucha que sostienen sus ejércitos opresores en contra del general Sandino y los bravos rebeldes nicaragüenses. Lucha la más injusta y feroz que registra la historia, sólo comparable en monstruosidad a las guerras de conquista de la Edad antigua o al exterminio de los indígenas en algunos puntos de América. Con la diferencia de que eso suceda en el siglo XVI –otros hombres y otras circunstancias- y ahora estamos en 1930.

Cuando el ser humano debe sonrojarse ante tan brutal atropello cuando las violencias que ejecuta el capitalismo norteamericano en la infeliz República hermana debían ser ocultadas como un vergonzoso delito, se lanzan lis cineastas de Hollywood a fabricar películas que registran sus crímenes para difundirlos por el mando, manchando la albura de las pantallas cinematográficas.

En España se está exhibiendo ahora un film en el que se ofrece el lamentable espectáculo del “heroísmo” norteamericano avasallando la resistencia de los héroes auténticos que combaten a las órdenes de Sandino, un hijo de la raza que resucita las grandezas y la bravura indómita de otros tiempos. En la película se pretende hacer pasar por valientes a unos aviadores que provistos de bombas potentísimas y ametralladoras ultramodernas, se permiten el lujo de asesinar desde el firmamento a unos hombres casi indefensos por estar armados de viejos fusiles y pistolas inservibles y que además, son nuestros hermanos.

Esto ya no es ingenuidad, ofrecer esos crímenes como actos heroicos pasa las fronteras del infantilismo. Es inconciencia brutal, falta absoluta de sensibilidad, de conciencia y de normas morales. No nos explicamos como se ha permitido su proyección en los mismos Estados Unidos. Entra uno en deseos de creer que, en el fondo, esa película documental tiene la intención de convencer a todas las personas sensatas de Norteamérica que debe de acabar esa guerra absurda y horrible.

En los cines españoles se ha proyectado el film con grandes mutilaciones y excluyendo casi totalmente lo que tiene de documental de la lucha. Sin embargo, en los trozos culminantes, más adivinados que vistos, se oyeron las protestas de caracterizados elementos liberales y de personas que admiran el temple indomable del héroe hispanoamericano, acaso el revolucionarios más interesante de nuestra época.

Escrito de Fernando G. Mantilla. España 1930. 1º de junio

*Edgar Eduardo Medina

Miembro de la Sociedad Bolivariana de Venezuela

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miércoles, 20 de febrero de 2008

Juramento Bolivariano

Simón Bolívar, espíritu y libertad, ¡estás presente!
Tu voz, tu pensamiento y tu acción es savia que nutre mis venas.
Ante ti, historia que es presente… juro…
Soy tu destino… En mi vive América.
Soy tu acción… En mi pulso está tu sangre.
Soy la Posteridad… Y estoy en surcos;
Hijo hoy, Padre mañana, el espíritu de mi espíritu,
Tendrá la luz de tu credo omnipotente,.
Ante ti… Bolívar,… hijo de Caracas, con mi palabra que es flor
en permanencia… Juro…
Mi fe bolivariana es culto y gloria que habré de legar a mis descendientes.
Ante ti… Libertador de seis naciones…
Ante ti… Padre de mi Patria, juro: Bolívar, tu credo es mi propio pensamiento.

Autora: Profesora Elba Hernández de Yánez.
Copiado del libro El Mensaje de Bolívar de Miguel Ángel Mudarra
e Ignacio Antonio Bello. 1983. Bicentenario del Libertador.
Recopilado y enviado por Edgar Eduardo Medina
Miembro de la Sociedad Bolivariana de Venezuela

Gral. José Padilla

Prócer neogranadino nació en Río Hacha hacia 1778. Inició sus servicios en la causa emancipadora en su país y en Venezuela a las órdenes de Bolívar en 1816, y luego a las de Piar, hasta el regreso del primero con la segunda expedición de Los Cayos en que de nuevo se puso a su disposición para la campaña de Guayana, después de haber contribuido al malogrado ataque y asalto de Angostura, bajo el mando de Piar y para cuya época ya figuraba en la escuadrilla republicana comandada por el valeroso marino margariteño Antonio Díaz. Desempeñó importantes comisiones en Guayana, entre ellas, la que le fue confiada por el Libertador para hacer fracasar la sedición que, para una sublevación de castas, intentó Piar en algunos cuerpos del ejército republicano que obraban en las cercanías de Angostura, y cuyo resultado habría sido de notable influencia en los destinos del país por lo adverso.
Sabedores los realistas que dominaban en Nueva Granada del renombre adquirido por Padilla, cargaron de cadenas a su anciano padre hasta 1820, que logró su libertad. Vuelto Bolívar de la campaña de Apure fue destinado Padilla a la escuadrilla republicana de Oriente, y en 1819, al emprender el Libertador la gigantesca campaña de Nueva Granada, entró Padilla a servir bajo el mando de Brión, en la escuadra conductora de fuerzas patriotas a las costas neogranadinas.
Ocupada Río Hacha según orden dada por Bolívar desde Boyacá, tuvo Padilla la gloria de compartir con el Almirante Brión la gloria de libertar a su pueblo natal. Continuó sirviendo incansablemente en su país con éxito hasta culminar su gloria en la brillante jornada de Maracaibo, en que siendo Jefe de la escuadra patriota, derrotó por completo a la escuadra realista al mando del capitán español Laborde (24-07-1823), después de forzar el paso por la barra, entre los fuegos de los castillos de San Carlos, operación ésta realizada dos meses antes, y que sirvió de base al éxito favorable de su temeraria empresa, dando como resultado inmediato la capitulación y entrega de la importante plaza de Maracaibo, hecho éste que a su vez, facilitó la toma de Puerto Cabello cuatro meses después y que concluyó definitivamente con el poder español en Venezuela. Retirado a la vida privada, volvió a la escena pública en 1828 en que, para desgracia suya, fue víctima de la exaltación del partido político que encabezó su paisano, el General Santander. En efecto, tuvo parte activa en la conjura que, puñal en mano y vertiendo sangre inocente, asaltó la morada del Libertador la noche del 25 de septiembre de 1828 para asesinarle. De esta manera, el heroico saldado manchó su gloria y terminó su vida en el cadalso en Bogotá el mismo año, lugar del infausto suceso que, no obstante su fracaso, lleno de amargura al Padre de la Patria en sus últimos años.
Edgar Eduardo Medina
*Miembro de la Sociedad Bolivariana de Venezuela
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martes, 19 de febrero de 2008

General Carlos Luis Castelli

Ilustre prócer de la independencia, de origen italiano. Después de servir en la guardia joven del Emperador Napoleón I, a su caída (1815) pasó a América, con otros oficiales y en 1816 se unió al Libertador en Los Cayos de Haití. Con él estuvo en la ruta de Clarines en los triunfos de Barcelona y toma de las dos Guayanas (1817), apresando un bergantín y auxiliando en Guiria a los sitiados. Pasó a las Antillas y en 1818 regresó a Angostura, esta vez en compañía del Batallón Británico. Como capitán de una compañía, fogueó reclutas en las misiones y en 1819 se halló con el General Páez en La Cruz, como también en Portuguesa, Apurito y Barinas. Ascendió en 1820 a teniente coronel y recibió la condecoración de la Estrella de los Libertadores. Dirigió fortificaciones en san Fernando y en 1821 formando parte del Batallón apure, fue de los gloriosos vencedores de Carabobo, pasando luego con fuerzas al sitio de puerto Cabello y a San Felipe como Jefe civil y Militar. Con Carlos Núñez triunfó en Chaparé de Coro en 1822. sostuvo la ruta de Dabajuro y le fue hecho efectivo su grado de teniente coronel. En la Campaña de Maracaibo lo derrotó Morales en Zuleta, y en la ruta sufrida en Salina rica por Lino de clemente supo conservar su cuerpo. Pasó a Mérida de Gobernador, y en 1823, con sus fuerzas organizadas derrotó a Morales en Gibraltar (parte S. del Lago de Maracaibo). Fue Jefe de la Barra hasta 1827, que sustituyó a Urdaneta en la intendencia del Zulia y luego Administrador de la aduana y Gobernador de coro. A consecuencia de los tristes sucesos de 1828, pasó a Bogotá en 1829 con O´Leary contra el desgraciado republicano Córdova. Ascendió a Coronel efectivo y en 1830 defendió la dictadura de Urdaneta pasando con fuerzas a Antioquia. Nombrado General de Brigada, fue perseguido por Ovando en 1831. Regresó a Venezuela en 1832 y obtuvo letras de retiro como Coronel. En 1841, pasó a Italia, su patria nativa, en asuntos de inmigración. Fue nombrado para Cónsul del Reino de Cerdeña bajo el gobierno del Rey Carlos Alberto de Saboya (1844) con jurisdicción el territorio de Venezuela y defendió el cogobierno de José Tadeo Monagas en 1848. Ascendió a General de División en 1849, fue Secretario del Despacho de Guerra y Marina en 1851, cargo al que renunció en 1852. Después de ser Ministro Plenipotenciario en Bogotá, en 1855,m fue de nuevo Secretario de guerra y Marina en 1856 y 1857. Y Jefe de Operaciones sobre los Valles de Aragua a principios de 1858. Durante la guerra emancipadora había sido herido varias veces y continuó residenciado en caracas, donde murió en 1860. El gobierno de guzmán Blanco (período del Septenio), hizo trasladar sus restos al Panteón Nacional en 1876.

Edgar Eduardo Medina

*Miembro de la Sociedad Bolivariana de Venezuela

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lunes, 18 de febrero de 2008

Simón Rodríguez


Notable personaje, llamado generalmente, el Maestro del Libertador, nace en Caracas, en 1977; personaje dotado de singular erudición y sumamente raro por aparecer siempre dueño de excepcional originalidad en sus ideas. Fue, sin duda, el hombre que influyó más directamente en los destinos del Libertador, al formar en él, al par que un sano y robusto estudiante, un discípulo poseedor de los más nobles y bellos sentimientos.

Enviado el futuro genio de Hispanoamérica a España en 1797 por su cuidador D. Carlos Palacios para completar sus estudios, se vio Rodríguez complicado en la revolución republicana de Gual y España, y temiendo ser descubierto, se marchó a Europa aquel año, donde vivió dedicado a trabajos científicos, sobre todo de química. Yo no quiero –decía- parecerme a los árboles que echan raíces en un lugar, sino más bien parecerme al viento, al agua, al sol y a todas esas cosas que marchan sin cesar. Puede decirse que Bolívar lo amó como a un segundo padre, llamándole en una de sus cartas, el hombre más sabio, más virtuoso, más extraordinario.

Después de la prematura muerte de su esposa, regresó Bolívar a Europa, lleno de pesadumbre y hallándose en París, donde en vano trataba de luchar contra el recuerdo de su reciente desgracia, tuvo noticias que su maestro se encontraba en Viena y se fue en busca suya. Allí lo halló en 1803 y juntos viajaron por Europa hasta 1806. En Roma ascienden al Monte Sacro una tarde de agosto de 1805, y Bolívar delante del maestro, a la vista de aquella ciudad que había fatigado la historia, jura solemnemente, cuando era paneas un adolescente de veintidós años, “no dar descanso a su brazo ni reposo a su alma, hasta romper las cadenas opresoras de su pueblo por voluntad del poder español”. Juramento que llevó el sello de indiscutible sublimidad.

Vuelto Bolívar a Caracas, permaneció Rodríguez en Europa durante 17 años, después de familiarizar a su ilustre discípulo, además de los clásicos griegos y latinos explicados en francés con las obras de Spinoza, Hobbes, Holbach, Monesquieu, Rousseau y Los Enciclopedistas, en las que principalmente bebió el futuro libertador, sus teorías religiosas, sociales, filosóficas y políticas. Atraído por la fama universal entonces, de su antiguo discípulo, “llegó Rodríguez a Bogotá en 1823, y en el Perú recibió aquel con cariñoso agasajo, auxiliándolo para que fuese a implantar su sistema de educación en Bolivia, cosa que no pudo lograr, ya que las rarezas de su carácter le impidieron ponerse de acuerdo con las autoridades de aquella joven República, ni aún con el mismo Sucre, que era el presidente en aquellos días. Era un incomprendido y no abundaba en suerte.

Vuelto Bolívar a Colombia, donde su vida fue un vía crucis por causa de la rebelión de Venezuela, la discordia de la Convención de Ocaña, la noche trágica del 254 de septiembre, la guerra con el Perú, la sublevación de Córdova y, finalmente, por la caída y la agonía, Rodríguez se vio abandonado y desvalido en Bolivia. De allí pasó a Lima, después a Valparaíso donde no halló otras actividades que la de fabricante de velas para alumbrado.

Alguien se refirió despectivamente alguna vez a tan rara ocupación en un hombre de tan señalada erudición, por lo que D. Simón Rodríguez, exclamó al punto: “Pero aún así, por medio de mis velas, sigo difundiendo la luz”. Ya muy anciano fue a morir en Huaymas (Perú), en 1854. Puede decirse que sólo su ilustre discípulo, en toda la América, fue quien supo comprender y amar a tan extraño filósofo.

Es famosa su Defensa de Bolívar, escrita en lenguaje peculiar, y si bien éste no pareciera tener gran confianza en las teorías pedagógicas de su maestro, sus entendimientos coincidieron siempre en lo tocante a la necesidad de aplicar a los incipientes estado americanos, un sistema de gobierno diferente de los existentes en Europa; sistema que Rodríguez resumía en un ideal, a la verdad confuso, de Estados que, según él, no pueden ser monárquicos como lo eran ni republicanos, como se pretende que lo sean.

Tal sistema quiso practicarlo Bolívar con la imposición de un régimen mezclado de autocracia o democracia o más bien una especie de tutela legal conferida al hombre más eminente de la Patria. Se ha escrito que “ambos espíritus se encontraban así en los espacios infinitos de la hipótesis, cuando echaban a volar por ellos la imaginación, que con todo, si coincidía en el fin, se apartaban de los medios. Gustaba el uno, el sabio, de engolfarse en la especulación científica, para formar teorías y generalizarlas, en tanto que el otro prefería buscar en ella puntos de apoyo a su ambición de gloria y de poder. Mientras aquel se contentaba con la obra lenta y tardía del pedagogo, corría el otro con la actividad relampagueante del guerrero, del tribuno, del dictador. Predominaba en el maestro la inteligencia: la voluntad era soberana en el discípulo. Y ello explica, en suma, que estos dos cerebros, extraordinarios, cada cual, no pudiesen encontrarse en el mismo ambiente, sino en ocasiones lejanas; en la infancia del u o, cuando el futuro héroe todavía sin advertir su propio genio, se apoyó en el amor y consejos del sabio, y cuando éste, ya viejo, quiso realizar en la patria creada por el héroe, el más hermoso sueño de su espíritu “no pasó de sueños”. En resumen, el maestro del Libertador, es, sin duda, un personaje de profunda trascendencia en los destinos de América y aún de la humanidad.

El verdadero apellido suyo era Carreño, por ser éste el de su padre; pero a causa de una riña que sostuvo con un hermano suyo, renunció al apellido común adoptando el materno, o sea el de Rodríguez, que usó durante toda su vida, ni sin antes trocar su nombre en algunas ocasiones por el de Samuel Robinson, que recuerda al héroe de la popular novela del escritor inglés Daniel de Foe: Robiinson Crusoe.

Fue D. Simón Rodríguez un autodidacta insigne, hasta llegar a adquirir cultura sólida en aquella Caracas colonial. Se dedicó al magisterio desde su más incipiente juventud, yt sin duda tuvo notable ´`éxito, si se atiende al número y a la calidad de sus alumnos. En 1794, presentó al ayuntamiento de Caracas, un ensayo titulado “Reflexiones sobre los defectos que vician la Escuela de Primeras Letras de Caracas, y medio de lograr su reforma por un establecimiento cuya lectura y consideración culminó con que el soberano Cuerpo aumentara el número de escuelas al establecer una en cada parroquia. Y esto era el fruto de las reflexiones de un joven de veintitrés años. Sin embargo, D. Simón no se sintió satisfecho de los resultados, ya que poco después renunció a la dirección de la escuela que se le confiaba cuando todavía era un adolescente.

Cuando regresó de Europa, hablaba correctamente el francés, el inglés, el italiano, el portugués y el alemán. Era altruista, sincero, demócrata, apasionado por la Educación Popular, generoso y enérgico.

D. Miguel Peña ha dado testimonio de que se había propuesto fundar en Bogotá una Casa de Industria Pública donde se prodigase a los jóvenes la enseñanza de un oficio mecánico, más los principios de urbanidad y decoro social, así como nociones de escritura, aritmética y gramática, por lo que puede apreciársele como un lejano precursor de los estudios técnicos industriales de la época moderna. Su ejemplar republicanismo le movió a procurar que sus compatriotas de todas las clases sociales adquiriesen el grado de cultura necesario para el sosegado uso de sus derechos, como consecuencia del cumplimento de sus deberos. Fueron expresiones suyas las siguientes; “El Gobierno debe ser maestro. Cuando más se necesitan cinco años para dar un pueblo a cada República”. “Persuádanse los Jefes del Pueblo que nada conseguirán si no instruyen”. Puso a un lado los caducos moldes coloniales para proclamarse apóstol de la instrucción Popular, sin hacer distinción de razas ni colores.

Muchos escritores han estudiado particularmente su vida y su influencia sobre el Libertador, entre los cuales merecen citares honrosamente los trabajos de Diego Carbonell, Fabio Lozano y Lozano, Gonzalo Picón Febres, José Rafael Wendehake y Jesús Antonio Cova, venezolanos con excepción del segundo, de nacionalidad colombiana. También se han ocupado Augusto Mijares, Rafael armando Rosas, y Vicente E. Terán, éste último boliviano, quienes han enfocado personalidad de tan interesante compatriota con certera visión y atinadas conclusiones.

*Edgar Eduardo Medina

Miembro de la Sociedad Bolivariana de Venezuela

Tomado del Diccionario Bibliográfico, Geográfico e Histórico de Venezuela” por Ramón Armando Rodríguez. Delgado Lugo Díaz, a partir de 1934

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Casa Natal de Simón Bolívar

Jardín
Jarrones
Jardines

Pozo de los deseos

Árbol con orquideas

Otra parte del jardín

Jardín

Jardín

Caminería
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Dr. José Gregorio Hernández


Ilustre y sabio médico. Nació en Isnotú, humilde pueblo del Edo. Trujillo en 1864, el 26 de octubre y muere en Caracas, en 1919. Descendiente de linajuda alcurnia cantábrica, desde su más temprana edad señálase por su amor a la rectitud de procederes al estudio y a la meditación que hacían presentir en el futuro ciudadano un alma elevada y noble, de singulares dotes. Trasladado a Caracas, hizo y terminó estudios de bachillerato en el colegio del Dr. Guillermo Tell Villegas (1878-1882) y cursó luego, con decidida voluntad y vocación, las ciencias médicas hasta obtener el título de Doctor en la Universidad Central en 1888.
Recién graduado regresó a su tierra natal, pero allí recibió un mensaje de su antiguo profesor, Dr. Calixto González, para que se trasladase de nuevo a Caracas. Como el presidente de la nación, Dr. Anduela Palacios era un hombre civilizado, deseaba con ahínco que un venezolano meritorio fuese a Europa con el fin de adquirir conocimiento de los nuevos progresos científicos y por indicación acertadísima del citado profesor González, se designó a Hernández para hacer estudios en París y en Berlín de las modernas adquisiciones en Histología, Fisiología y Bacteriología. Tres años permaneció en los mejores centros, y a pesar de vivir en un mundo travieso, pecaminoso y sensual, regresó a Caracas incontaminado por aquel medio en 1891, pero enriquecido en ciencias útiles al bien de sus semejantes.
Al punto inauguró en la Universidad Central, las cátedras de Histología Normal y Patología, de Fisiología y Bacteriología, semilla fecunda que dio frutos magníficos en sus numerosos discípulos, que pronto ocuparon lugar muy distinguido en la medicina nacional y en el alto concepto de las más doctas escuelas de Europa y América. Fue Hernández quien introdujo, por primera vez en Venezuela, la técnica indispensable para el estudio de los tejidos normales y patológicos de la Economía: el primero que coloreó y cultivó los microbios en nuestro país, y el primer que, gracias a la bisección, sacó la Fisiología de la penumbra de escolasticismo nebuloso en que vegetaba hasta entonces en nuestro medio, para colocarla bajo la luz esplendorosa de la experimentación contemporánea.
Su tesonera labor de cultura puede apreciarse con solo decir que fue él quien, desde 1891 hasta 1908 dictó los célebres cursos de Bacteriología, famosos en la historia de la Universidad Central, gracias a los cuales se formarán diversas generaciones de futuros investigadores científicos, cuyos trabajos son orgullo de nuestra Escuela de Medicina.
Jubilado como profesor, por el antiguo Ministerio de Instrucción Pública en 1916, siempre incansable en su afán de perfeccionamiento, hizo viaje a los Estados Unidos y a Europa en 1917, pero los trastornos inherentes a la guerra europea de 1914-1918, le impidieron llegar a París y a Berlín, como pretendía hacerlo y tuvo que prescindir de sus mejores proyectos, en especial los de hacer experimentos en laboratorios que eran conocidos.
Regresó a Norteamérica y en la Universidad de Columbia y en otros institutos se ocupó, con gran interés, en pruebas teóricas y prácticas especiales, vuelto a Venezuela, continuó sus actividades científicas, siempre encaminadas al bienestar de sus hermanos, y fue llamado con justicia "el médico de los pobres”.
En 1908 y en 1913 había ensayado retirarse a la vida severa de Cartujo, pero acaso su verdadero sitio estaba al lado de la humanidad doliente y no en la vida contemplativa., por lo que su ingreso a la Cartuja de Farneta, cerca de Lucca (Italia), no pudo ser definitivo sino apenas temporal. Fue uno de los fundadores de la Academia Nacional de Medicina de Venezuela, y su prestigio como clínico fue tan vasto como el de profesor. Su inmaculada vida, que fue todo un admirable proceso coronado por la más vasta ilustración científica, unida a sus aptitudes y a la entereza de su carácter, le rodearía, en todo momento, del mayor respeto y del afecto unánime de sus contemporáneos.
Su muerte, a consecuencia de un lamentable accidente ocurrido cuando transitaba a pié no lejos de su casa y buscando una medicina para un paciente, fue un verdadero duelo nacional.
Entre los numerosos elogios que se le tributaron se destaca el del Dr. Luis Razetti, eminente colega suyo en la labor científica profesional y en la cátedra, al decir que “El candor y la fe fueron las dos grandes fuerzas que le conquistaron, la más amplia independencia espiritual, el más extenso dominio de sí mismo y la poderosa energía moral de su gran carácter. Fue médico científico al estilo moderno, investigador penetrante en el laboratorio y clínico experto a la cabecera del enfermo, fundó su reputación sobre el inconmovible pedestal de la ciencia, de su pericia, de su honradez y de su infinita abnegación. Su prestigio social no tuvo límites y su muerte fue una catástrofe para la Patria”.
Entre sus trabajos publicados, se mencionan los siguientes: Sobre la Angina de Pecho de Origen Palúdico, el muy ponderado Sobre el Número de los Glóbulos Rojos, De la Nefritis en la Fiebre amarilla, de la Bilharziosis en Caracas, Sobre el tratamiento de la Tuberculosis Pulmonar por medio del Aceite de Chaulmoogra. Elementos de Bacteriología, obra eminentemente didáctica a pesar de la brevedad de su texto, que resume, de manera admirable, la ciencia creada por Pasteur, y su hermosa obrita Elementos de Filosofía, en que aparece en toda su diafanidad el alma blanca y luminosa del autor, al argumentar sobre el origen del mundo. Puede afirmarse que la pureza que emana de la vida entera del sabio Dr. Hernández, ha sido el más alto ejemplo legado a todas las generaciones científicas de Venezuela por tan preclaro maestro.
En 1949, a los treinta años de su muerte, el Arzobispado de Caracas inició el severo proceso de estudiar todos los hechos de la vida admirable del Dr. José Gregorio Hernández Cisneros como Siervo de Dios, con miras a intuir el proceso de su augura canonización. Hoy, a los 88 años de su trágico fallecimiento y 143 de su nacimiento no se ha realizado su tan solicitada santificación.

Edgar Eduardo Medina

Miembro de la Sociedad Bolivariana de Venezuela

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sábado, 16 de febrero de 2008

Dr. Arnaldo Gabaldon


Médico trujillano, graduado en la Universidad Centra, en 1930, viajó a Europa e hizo estudios de postgrado en el Instituto de Medicina Tropical de Hamburgo (Alemania), que verificó trabajando prácticamente en Italia y luego perfeccionó en los EE.UU. del Norte en el renombrado Instituto John Hopkins de Baltimore ( Maryland). Vuelto a caracas en 1936, ya preparado para enfrentarse al problema máximo de la salud pública en Venezuela, fue designado para Jefe de la División de Malariología con sede en Maracay, ciudad que, desde entonces, se convirtió en cuartel general de la lucha contra el flagelo y punto donde convergen las miradas de quienes en todo el mundo trabajan por conjurarlo. Su capacidad de organizador permitió al Dr. Gabaldón rodearse de hábiles colaboradores y atraer asimismo la cooperación popular: elementos que, sumados a la sapiensa suya, conocimiento del medio y efectividad de los métodos, fueron eliminando el imperio de la terrible dolencia. Loas resultados fueron advertidos con asombro por el país, y muchos extranjeros vinieron a inscribirse como alumnos en el instituto de la capital aragüeña. Por lo que la organizaciò0n Mundial de la Salud solicitó al Dr. Gabaldón para asesorar la campaña antipalúdica emprendida en otras naciones. En 1941 el paludismo ocupaba el tercer lugar entre las causas de muerte en Venezuela (123 por 100.000 hab.), y, en 1956, la cifra llego a cero, y los pequeños focos de paludismo aún existentes, llegaron a su completa erradicación, para la cual el Gobierno nacional mantiene una partida presupuestaria especial. Este ilustre sabio, nació en la primera década del siglo XX, , ha conquistado fama universal y hoy es considerado como el malariólogo más eminente del mundo.

El importante hallazgo de Gabaldón y su equipo de trabajo al descubrir que las condiciones sociales frecuentes de los campesinos (techos de palma, aguas empozadas) contribuían a la propagación del mosquito anófeles, causante de transmitir a la sangre el parásito que ocasiona el paludismo, revoluciona la lucha contra la malaria en el país. Hace énfasis en la educación, pues sabe que no es suficiente con exterminar el mosquito si no cambian las condiciones que lo reproducen. Sus centros de trabajo se convierten en sitios para la difusión del conocimiento y prevención de la enfermedad.

Poco antes, 1936, había fundado la Escuela de Malariología y Saneamiento Ambiental que con el tiempo se convertiría en referencia internacional significativa para el estudio del paludismo. Desde allí funda la revista “Tijerazos sobre Malaria”, en junio de 1938. El 2 de diciembre de 1945, da inició en la ciudad de Morón a su gran avanzada antimalárica, con un arma cuya efectividad había detectado dos años atrás; efectivo insecticida de afecto residual, el D.D.T. El procedimiento que emplea es consecuencia de un refinamiento lógico; si es un mosquito el que transmite la enfermedad, hay que exterminar el insecto para impedir el contagio y erradicar el mal.

El triunfo de esta batalla es contundente: en 10 años, tras cubrir literalmente con D.D.T. un área de 300.000 Km. Cuadrados, erradica la enfermedad y reduce la mortalidad por esa causa, a un índice de 1/100.000 habitantes. Sobre esta proeza manifestó más tarde Arturo Uslar Pietro: “La transformación social económica que está sufriendo nuestro país en el presente no es puramente la consecuencia de la Venezuela con petróleo, sino en gran parte de la Venezuela sin Malaria”. En 1959 es ministro de sanidad y asistencia social, al terminar su gestión continúa con su asesoría. En los años siguientes continúa como director del Laboratorio para estudios sobre la Malaria, así como individuo de Número en las academias de Medicina y de ciencias Físicas y Naturales, y Matemáticas. Desde 1945 no se registra un solo caso de malaria en Morón. en esa ciudad le fue levantado un busto en su honor el 3 de noviembre de 1944. Nace en Trujillo, estado Trujillo 01-02-1909. Fallece en Caracas el 01-09-1990.

Edgar Eduardo Medina

*Miembro de la Sociedad Bolivariana de Venezuela

Datos tomados del diccionario Bibliográfico de Ramón Armando Rodríguez Delgado Lugo Díaz y del Especial de Últimas Noticias.

jueves, 14 de febrero de 2008

Dr. y Cnel. Antonio Nicolás Briceño

Ilustre prócer de la Independencia, nació en Mendoza del Momboy (Trujillo), en 1782 y muerto en Barinas en 1813. Fue diputado por la provincia de Mérida al Congreso constituyente de Venezuela en 1811. Patriota apasionado y vehemente, dejó oír su palabra incendiaria y terrible en aquella histórica época y fue tal su encono anti-realista, que ha sido considerado como uno de los más exaltados y ardorosos revolucionarios de la guerra a Muerte, llevando a todas partes la misma guerra de exterminio y venganzas que habían iniciado Monteverde, Morales, Rosete, Zuazola, Cerverís y demás jefes que sostenían la causa del Rey Fernando VII en Venezuela y que culminaron con las no menos cruentas matanzas de Boves. Fue abogado de las reales audiencias de Bogotá, y Caracas, y si bien ejerció sanguinarias acciones y jamás se apiadó de nadie que cayese en sus manos en calidad de enemigo, no es menos cierto que tales represalias, ejercidas por muchos copartidarios suyos, eran el triste resultado de las mismas crueldades que sus contrarios habían llevado al peor extremo. Declaró la Guerra a Muerte en Cartagena en 1813, adonde emigró en 1812, regreso a Venezuela como uno de los jefes expedicionarios de invasión el mismo año, y después de fusilar españoles en San Cristóbal, se internó por la selva de San Camilo, pero se vio derrotado y preso en Guadualito el 15-5-1813, por el comandante realista José Yánez. Junto con varios de sus compañeros fue conducido a Barinas, donde fue condenado por un consejo de guerra que nombró el gobernador realista D. Antonio Tiscar, y se le fusiló un mes después, junto con siete de sus oficiales.

Edgar Eduardo Medina

* Miembro de la Sociedad Bolivariana de Venezuela

José Martí



El ilustre apóstol de la independencia cubana estuvo en Caracas entre 1880 y 1881, poco antes de morir Cecilio Acosta, con quien le ligó entrañable afecto y le dedicó una de sus páginas más bellas e inolvidables a su fallecimiento.
El mismo Martí nos cuenta, en otra exquisita producción suya, cómo llegó a Caracas, fatigado viajero en lírica romería, solo y sin conocer a nadie, sin sacudirse siquiera el polvo del camino, sin averiguar todavía en dónde podría alojarse, indagando antes que todo el sitio en que se alzaba la estatua ecuestre de Bolívar. Y allí, llegó al anochecer, se sentó en las gradas del monumento del Libertador y devoró en silencio sus lágrimas ardientes de soñador proscrito.
Poco tiempo después, ya se había adueñado del cariño y del aprecio de la Caracas intelectual y social de aquella época, que sabía valorar, sus altas dotes de patriota, de pensador, de tribuno libre y de poeta.
Llegó a fundar una revista que fue alto exponente de la cultura de su director, aunque sólo tuvo vida efímera por tener que ausentarse Martí con rumbo a los Estados Unidos del Norte; lo llamaban los sagrados intereses revolucionarios de su patria cubana, en momentos en que el clima político venezolano, en pleno apogeo del gobierno de Guzmán Blanco, acaso era poco propicio para manifestar ideas de carácter revolucionario en sesiones públicas.
Su magnifico ensayo, en forma de discurso sobre el Libertador, por la brillantez del lenguaje, el colorido de las imágenes literarias, el acento heroico y la emoción vivísima que despierta, es digno de figurar al lado de los producidos en homenaje al héroe caraqueño por Rodó, por Unamuno y por Menéndez y Pelayo. En célebre ocasión dijo en Caracas: “Deme Venezuela en que servirla: ella tiene en mí un hijo” Así la memoria del apóstol cubano pertenece a los venezolanos como a la América entera, en su forma más íntima y sentida.
Martí nació en 1853, y murió en 1895. Sus escritos sobre temas y personajes de Venezuela fueron numerosos y en 1942, la Editorial Cecilio Acosta de Caracas, publicó su bien conocido trabajo Venezuela y sus Hombres en que Martí exalta magistralmente la vida y la obra de patriotas e intelectuales de nuestro país.

Edgar Eduardo Medina

*Miembro de la Sociedad Bolivariana De Venezuela

Tomado del “Diccionario Bibliográfico, Geográfico e Histórico de Venezuela” por Ramón Armando Rodríguez

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sábado, 9 de febrero de 2008

Bolívar es Venezuela y Colombia


¡..UN ALTO AL FUEGO..!

Por: Jorge Mier Hoffman
"El 22 de junio de 1819 comenzaron la ascensión… Imaginemos aquí aquel poderoso espíritu en aquel cuerpo desmedrado, de pie ante el obstáculo más formidable que la tierra pone al hombre fuera del Himalaya… Con los medios más escasos, sin cañones, sin maquinaria, sin organización, sin intendencia, casi sin vestuario, la piel y los huesos, los músculos y los corazones de aquellos soldados venezolanos, casi todos hombres de los llanos de Venezuela a quienes aterraban las alturas heladas… y al imaginar a Bolívar así, al pie de los Andes, con el arco de su voluntad tenso para lanzar su flecha por encima de la Gran Cordillera, y dar en el blanco de Santa Fe, admiraremos el milagro que se proponía realizar"
Esta es la descripción de la hazaña de un venezolano de fama universal conocido como Simón Bolívar, al cruzar la temible Cordillera Blanca para darle la independencia a los hermanos Colombianos, cuyo episodio fue narrado, no por un admirador, sino todo lo contrario, por Madariaga, un enemigo del Libertador.
15 DE FEBRERO DE 1819
Simón Bolívar se dirige a todos los presente en un emotivo discurso para instalar el Congreso de Angostura… Un testigo presencial e imparcial de ese momento, fue el capitán irlandés W. J. Adam:
"Fui al Congreso y le oí proponer la unión de los Estados de Venezuela y Nueva Granada, bajo la denominación de República de Colombia… Su voz era osada, fuerte y clara, habló con fluidez, naturales los ademanes y agradable la acción… su auditorio no podía sino sentir que estaba en presencia de Bolívar… Yo lo sentí con mayor fuerza, y como miré hacia el afinado semblante del caudillo, pensé que solamente él podía tener éxito en la arriesgada empresa que pronto estaría terminada "
BOLÍVAR ANUNCIABA AL MUNDO
LA LIBERACIÓN DE COLOMBIA
Al amanecer del 27 de febrero de 1819, la población de Angostura se despierta con el ruido ensordecedor de más de 2400 jinetes que, al mando del Libertador, abandonan la ciudad rumbo a los llanos de Apure. Sólo una hora antes de partir, las órdenes fueron dadas directamente por Bolívar, dejando a cargo del gobierno al vicepresidente Francisco Antonio Zea y su Testamento por la hazaña suicida que pretendía emprender: Liberar a los colombianos de 300 años de esclavitud… Iba rumbo a enfrentar un enemigo mucho más poderoso, mucho más devastador y mucho más implacable y sanguinario que los mismos españoles:
Bolívar debía vencer primero a la naturaleza para liberar a Colombia
Solo él conocía sus limitaciones y del reto inalcanzable que superar… pero de exponerlo en un Plan de Guerra, con toda seguridad sus oficiales rechazarían esa empresa suicida… Dieciocho días después su fuerza se reduce a 1900 hombres, donde se contabilizan más de 500 desertores… El propio Libertador salía con su lazo a atrapar los huidizos aldeanos por las áridas llanuras… Los soldados están hartos de una guerra que no lograba la independencia de Venezuela: dos intentos infructuosos por dominar el centro del país, hubieran amilanado a cualquier mortal, menos a una personalidad vigorizante de energía como la del Libertador… y mientras las derrotas pesaban en el ánimo de sus hombres, los realistas, en más de 8000 al mando de Pablo Morillo, esperaban pacientemente el descalabro de las tropas patriotas… Bolívar hábilmente rehúsa enfrentar al enemigo, y se mantiene firme en dirigirse a la tempestad, donde el invierno ha convertido los llanos en ciénagas pantanosas y torbellinos de agua.
Para Bolívar, el elemento sorpresa era el factor decisivo en esta alocada Odisea, y ese elemento consistía en aprovechar la estación de lluvia para cruzar los llanos, atravesar la Cordillera de la Muerte, y caer por sorpresa sobre los españoles… Pero para lograrlo, primero debía conducir a sus soldados, de tierras calientes, hacia páramos de nieves perpetuas… y en la peor época del año…
MIL CUATROCIENTOS KILÓMETROS
LO SEPARABAN DE LA VICTORIA EN BOYACA
   Eran miles de kilómetros de continuas batallas que debía vencer contra la implacable naturaleza: Primero un sol abrasador y una sequía que no permitía el abrigo a la sombra de un árbol, y donde las bestias quedaban en el camino al no poder mitigar la sed y el hambre… y luego un invierno infernal como cada año inundan los llanos… Así lo describió Francisco Cuevas:
"Bolívar siempre cabalgando con el fuego en la sangre y en los nervios, multiplicando su presencia aquí y allá, donde quiera que se le necesitaba, animando a la tropa, porque sabe que hay que vencer a la tierra y al agua para vencer a los españoles"
Bolívar con su ejemplo imprimió un arrojo infinito entre sus hombres, para inspirarlos en heroicas acciones en medio de las circunstancias más adversas. Pero luego del sol abrasador llegaron las tormentas aún más devastadoras, que terminaron de ahogar la mayoría de las reses que servían de alimento. Así lo escribió el edecán de Bolívar Daniel Francisco O´Leary:
"La lluvia había comenzado con un rigor inusitado y caían a torrentes: arroyos que apenas tenían agua en verano, ahora inundaban sabanas; riachuelos que poco antes no contenían agua para apagar la sed del viajero, desbordaron su cause en ríos navegables; para pasarlos era necesario construir botes de cuero, y Bolívar utilizó a sus más diestros nadadores para auxiliar a los que se ahogarían infaliblemente… Durante siete horas marcharon los hombres con el agua a la cintura"
Luego de tres meses desde su partida de Angostura, las tropas libertadoras llegan a la localidad de Tame en los llanos de Casanare… Al pasar revista, le informan que la mayoría de sus hombres han enfermado, algunos fueron arrastrados por las bravías aguas, y otros están totalmente exhaustos por las nubes de mosquitos que los atacaban incesantemente, la lluvia intermitente que no cesó de entumecer sus cuerpos, las temibles pirañas que desbordaron todo su fiereza en las mansas lagunas, y los remolinos de agua que se convirtieron en trampas mortales.
¡..PERO LO MAS DURO AUN ESTABA POR VENIR..!
El 21 de mayo el Libertador hace un alto en su jornada para acampar… Allí en la inmensidad de la nada, y bajo un techo de palma, piso de tierra e improvisadas cabezas de esqueleto de ganado que sirvieron de sillas, Bolívar reúne a su oficialidad para exponer su Plan de Batalla: Hasta ese momento, todos pensaban en una acción sorpresiva para liberar a Venezuela; algunos aseguraban una movilización frontal desde distintos puntos hacia Caracas… ¡..Pero Venezuela no era el objetivo..! Bolívar se proponía lograr un imposible, como era Invadir por sorpresa a los enemigos del pueblo colombiano; y para ello, debía tomar por asalto a un ejército mucho más numeroso, mucho más entrenado, mucho más armado, mejor equipado, y mucho más descansado que su maltrecho ejército… y para colmo de males, su Odisea consistía en llevar a sus hombres, ya extenuados, a través de la temible Cordillera Asesina, conformada por abruptas montañas cubiertas de nieve y abismos infinitos, en una época, cuando los vientos más aterradores azotaban la región, y la lluvia convertida en hielo cubre el camino intransitable de montaña… O´Leary, como testigo de ese encuentro, escribió:
"El Libertador reúne a su Estado Mayor y expone el Plan que ha concebido, que sus oficiales oyen con sorpresa y pesimismo para otros… Nueva Granada… a lo que preguntaron sus oficiales:
¿…Y cual será la vía que seguiremos para una invasión semejante..?
La de la montaña..! responde Bolívar sin vacilación... ¡..no existe otra..! Perplejos… sus hombres preguntan... ¿..La de la montaña... En plena época de lluvia… con tropas desnudas… y sin el equipo adecuado para escalar los riscos de nieve..? Bolívar observa a sus hombres que preguntan una y otra vez, a lo que responde: el hombre es el único animal capaz de vivir en todos los climas y dominar todas las circunstancias... ¿..Y saben ustedes por qué..? Porque es el único animal que posee un espíritu y una conciencia"
Pero el arrojo de Bolívar no tenía límites..! Al pie de las montañas hace llamar a un nativo para consultar las rutas montañosas para llegar a Boyacá: "tres", le indica el baquiano lugareño; a lo que Bolívar repregunta: ¿..Cual de los tres caminos es el menos transitable..? El nativo sin vacilación contestó: "Pisba… por sus acantilados, riscos, avalanchas y abismos sobre los 4000 metros y caminos que nadie se atreve a transitar en invierno"
Bolívar sin titubear señaló ese camino fantasmal y aterrador que se empinaba delante de su desconcertado ejército, como la imagen amenazante de la muerte..! El Coronel Iribarren lo llamó "loco" y se negó a seguirlo en esa empresa suicida... Si grande habían sido las penalidades sufridas por aquellos tenaces gladiadores de la independencia, mayores serían las que les ofrecían en perspectiva aquella Odisea suicida a través de los Andes… Cuando se supo de la Odisea de Bolívar, en Angostura sus enemigos lo daban por muerto: Para todos era una Odisea imposible, puesto que era un Plan Suicida… una aventura fantasiosa al mejor estilo del poeta Homero.
Y mientras todos lo daban por muerto, el Libertador emprende su Odisea: Comparte la fatiga y la miseria de sus hombres; se sitúa al frente de la travesía, junto con las mujeres que los acompañaban, para dar ejemplo de fortaleza y valor, ante el peligro de ser asesinado por algún alucinado, ya que se conspiraba entre susurro en la tropa: "Las locuras de Bolívar nos conducen a la muerte"
El aullido del viento y un frío que cortaba la carne, hacían desfallecer a esos hijos de la tierra caliente, que se enfrentaban al peligro de las cumbres con apenas una cobija de abrigo para sus entumecidos cuerpos… Allí en las cumbres andinas a 4000 metros de altura, iba el "ejército de las tierras calientes", llamados así por los enemigos, debido a sus cuerpos desnudos y descalzos, como lo exigía el clima de los llanos, en terrenos conocidos desde sus ancestros y donde acostumbraban a guerrear.
Mientras el Libertador reta a la naturaleza, el realista Barreiro acantonado en Boyacá, espera confiado que Pablo Morillo someterá a Bolívar, quién se suponía escondido en los llanos, y sólo se estaba a la espera de que amainaran las lluvias para desbaratar su ejército patriota
Y precisamente ese era el Plan del Libertador: sorprender a Barreiro y liberar a Colombia… No había vuelta atrás… El ejército camina por un angosto desfiladero donde apenas cabe un sólo hombre... Bolívar ordena quitar las herraduras y quemar los cascos de las bestias para facilitar su ascensión por la nieve, en una improvisada tarea para asegurar las provisiones… La fatiga los abruma y el cansancio cae sobre los soldados que tienen que hacer un esfuerzo sobrehumano para escarpar los farallones, saltar abismos sin fin, y trepar sobre pastos de escarcha que hacen cada vez más pesado el caminar.
Era una dura peregrinación de profundo silencio, para llaneros habituados al sol abrasador
Allí los formidables jinetes, tan briosos en las abiertas sabanas, pierden su prestigiosa gallardía y muchos prefieren morir congelados antes que caer al precipicio… Las noches resultaban aún más tenebrosas: la neblina oscurece el cielo en una penumbra total, que impide ver el camino… Aún así la orden es no detenerse, ante el peligro de quedar congelados por la falta de leña para hacer fogatas… por otra parte, la extrema humedad del ambiente y la carencia de ropa de invierno, exigen la movilidad continua de los hombres… y para colmo de males, la niebla hace más pesado respirar y el frío entumece los huesos… pero aún así la orden es continuar sin ver hacia atrás… Las reces que sirven de alimento, en grupos de hasta 200, se lanzan a la deriva por los farallones, al perder el equilibrio, por el ruido ensordecedor de los vientos huracanados que bombardea inmisericorde el Páramo, para despeñarse por barrancos profundos, creando un tenebroso panorama de muerte, con decenas de buitres que sobrevuelan las cumbres heladas, señalando la ruta bolivariana que sigue incólume las ordenes del Libertador.
Cuatro días de marcha por un sendero escabroso al borde de escarpados precipicios, que se tornaban más empinados y más resbalosos cuanto más ascendían, desplomaba los caballos y hacía rodar las mulas que transportaban las armas y municiones, cuando las bestias caían bajo el peso de la carga... Montañas y más montañas trepaban los fatigados soldados… y cuando creían haber llegado a la última cima, aparecía ante sus ojos una nueva cadena de picos nevados muchos más altos y mucho más peligrosos.
Asesinar al hombre que los conducía hacia la muerte estaba presente en las mentes de algunos fatigados llaneros... Algunos desertaban para luego caer fatigados por el frió infernal. ¡..No había vuelta atrás..! Las mujeres con su ejemplo exigían fuerza a los hombres, y de alguna manera, protegían la vida del Libertador... Bolívar les gritaba: "si las mujeres pueden los hombres también"… Mujeres que demostraron una valentía sin igual, como aquel episodio del dolor de parto: "sabiéndose pronta a dar a luz, se detuvo en un recodo del acantilado… Con la asistencia de sus compañeras se extendió sobre el colchón de hielo para parir a su bebe… Luego de limpiarlo, lo cargó entre sus brazos y sin amilanarse, alcanzó la caravana que continuaba sin parar"
Noventa horas escalando las empinadas cumbres, eran suficientes para desanimar a cualquier ejército, excepto para el agotado ejército de Bolívar, que continuaba escalando la temible cordillera... No había descanso, ni siquiera para dormir ante el peligro de morir congelado... El grito de un infortunado que caía inesperadamente al vacío, rompían por instante el silencio de esa caravana infernal que murmuraba: "Las locuras de Bolívar"
Muchos murieron por el "Mal de Páramo", que como un asesino invisible los sumergía en un aletargado sueño invernal llamado "soroche"… Pero Bolívar con su fortaleza mantenía la energía glorificante y el espíritu de lucha y esperanzador entre sus fieles soldados, que continuaban sin vacilar el camino de montaña.
Los españoles jamás se imaginaron una acción militar por esos inaccesibles riscos
El sobrevivir a la inclemencia del páramo, hizo abandonar las municiones y equipos indispensables para la batalla… Mientras la comitiva camina a pasos aletargados, un sepulcral silencio reina en torno de aquel cuadro de profunda desolación: atrás queda un camino sembrado de despojos de provisiones, bestias y más de 200 soldados en posición inmóvil en señal de muerte, mientras Bolívar grita a sus hombres: "Adelante..! Adelante"… Así narró O´Leary:
"Aquel cuerpo de acero del Libertador, delgado como su espada, domina las fatigas; cuando los más robustos se doblegan, él se yergue, presta auxilio a los que desfallecen, y a todos vigoriza con el sin par ejemplo de la virilidad y su entereza"
Los soldados lo miran con asombro por su enteraza e inmortalidad, cuando las filosas salientes de piedra, que cortan como navajas, desgarra los ropajes y desnudan la piel hasta los huesos… Las huellas ensangrentadas de los pies de miles de soldados, manchan la nieve para indicar la ruta bolivariana, mientras el Libertador improvisa cánticos patriotas que hacen eco en las montañas… Cuando la esperanza de la última cima se divisaba en la lejanía, una nueva mucho más elevadas y más abruptas se presentaba en el infinito, ante la mirada desconcertante de los hombres… Contó O´Leary:
"Los gigantescos Andes, que se consideran intransitables en esta estación, parecían poner una barrera insuperable a la marcha del ejército…l Durante cuatro días lucharon las tropas con las dificultades de aquellos caminos escabrosos, si es que precipicios escarpados merecen tal nombre… Los llaneros contemplan con asombro y espanto las estupendas alturas, y se admiraban de que existiese un país tan diferente del suyo. A medida que subían, cada montaña que trepaban acrecía más y más su sorpresa; porque lo que había tenido por última cima no era sino el principio de otra y otra más elevada desde cuyas cumbres divisaban todavía montes cuyos picos parecían perderse entre la bruma etérea del firmamento… Hombres acostumbrados en sus pampas a atravesar ríos tormentosos, a domar caballos salvajes y a vencer cuerpo a cuerpo al toro bravío, al cocodrilo y al tigre, se arredraban ahora ante el espectáculo de esta naturaleza extraña"
Durante cuatro días continuos marcho la tropa libertador por los desfiladeros de Pisba, en una Odisea de más de 150 días sin descanso hasta llegar a Socha, donde el ataque era inminente. ¡..No es momento de descansar..! grita Bolívar: "En marcha pues… Venciendo nuestra primera flaqueza hemos ganado ya la primera y más cruda batalla; Barreiro es incapaz de disputarnos la victoria… le haremos prisionero"
Los españoles jamás se imaginaron una acción militar por esos inaccesibles riscos... Al final de la travesía, muchos murieron, otro tanto desertaron, gran parte enfermó, y los que siguieron fieles a las ordenes de Bolívar, prácticamente llegaron descalzos, sin ropa, hambrientos, adoloridos y totalmente extenuados… pero sin embargo, el ejemplo de tenacidad y fortaleza que mostraba el Libertador, los hizo reaccionar con aún más ferocidad para pelear en Pantanos de Vargas, y derrotar en Boyacá el Imperio Español para liberar a Colombia... Fue una victoria de pocos muertos, fundamentada en el miedo que produjo ver llegar tropas fantasmas por donde era imposible… Al respecto y de manera anecdótica registró un cronista colombiano, refiriéndose a la expresión del Virrey español: "¡..Corramos que vienen los cobardes..!"
La Odisea de Bolívar, más que un episodio de inmensa heroicidad, es la más evidente y absoluta abnegación de los venezolanos por los colombianos
Odisea que debemos recordar en momentos de crisis diplomática y de identidad nacional, cuando la cancillería colombiana nos dirige notas de protesta, y la oligarquía colombiana conspira contra la Revolución Bolivariana… Al respecto, nuestra respuesta debe resaltar la Odisea de Bolívar, porque ella representa el sacrificio hecho por los venezolanos para auxiliar y proteger a sus hermanos colombianos, sin pedir nada a cambio, y por la sola satisfacción de imponer la libertad y la justicia, donde antes reinaba la esclavitud y la tiranía… y porque que gracias a la Venezuela Bolivariana, hoy Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Panamá, son naciones libres e independientes para decidir su propio destino.
El paso de los Andes, bajo la óptica militar actual, parece un cuento de ciencia ficción difícil de creer, y una empresa imposible de realizar, razón por la cual, hoy constituye una obra única de la estrategia militar, concebida por el liderazgo, genialidad e inmortalidad de Bolívar, la cual fue referida por un general francés de la manera siguiente:
"Es el episodio más sorprendente de la historia militar del mundo "
Cuando el General Pablo Morillo supo de la Odisea de Bolívar, le escribió al rey de España:
"Dadme cien mil llaneros venezolanos y me paseo por Europa en nombre del Rey de España"
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