lunes, 18 de febrero de 2008

Dr. José Gregorio Hernández


Ilustre y sabio médico. Nació en Isnotú, humilde pueblo del Edo. Trujillo en 1864, el 26 de octubre y muere en Caracas, en 1919. Descendiente de linajuda alcurnia cantábrica, desde su más temprana edad señálase por su amor a la rectitud de procederes al estudio y a la meditación que hacían presentir en el futuro ciudadano un alma elevada y noble, de singulares dotes. Trasladado a Caracas, hizo y terminó estudios de bachillerato en el colegio del Dr. Guillermo Tell Villegas (1878-1882) y cursó luego, con decidida voluntad y vocación, las ciencias médicas hasta obtener el título de Doctor en la Universidad Central en 1888.
Recién graduado regresó a su tierra natal, pero allí recibió un mensaje de su antiguo profesor, Dr. Calixto González, para que se trasladase de nuevo a Caracas. Como el presidente de la nación, Dr. Anduela Palacios era un hombre civilizado, deseaba con ahínco que un venezolano meritorio fuese a Europa con el fin de adquirir conocimiento de los nuevos progresos científicos y por indicación acertadísima del citado profesor González, se designó a Hernández para hacer estudios en París y en Berlín de las modernas adquisiciones en Histología, Fisiología y Bacteriología. Tres años permaneció en los mejores centros, y a pesar de vivir en un mundo travieso, pecaminoso y sensual, regresó a Caracas incontaminado por aquel medio en 1891, pero enriquecido en ciencias útiles al bien de sus semejantes.
Al punto inauguró en la Universidad Central, las cátedras de Histología Normal y Patología, de Fisiología y Bacteriología, semilla fecunda que dio frutos magníficos en sus numerosos discípulos, que pronto ocuparon lugar muy distinguido en la medicina nacional y en el alto concepto de las más doctas escuelas de Europa y América. Fue Hernández quien introdujo, por primera vez en Venezuela, la técnica indispensable para el estudio de los tejidos normales y patológicos de la Economía: el primero que coloreó y cultivó los microbios en nuestro país, y el primer que, gracias a la bisección, sacó la Fisiología de la penumbra de escolasticismo nebuloso en que vegetaba hasta entonces en nuestro medio, para colocarla bajo la luz esplendorosa de la experimentación contemporánea.
Su tesonera labor de cultura puede apreciarse con solo decir que fue él quien, desde 1891 hasta 1908 dictó los célebres cursos de Bacteriología, famosos en la historia de la Universidad Central, gracias a los cuales se formarán diversas generaciones de futuros investigadores científicos, cuyos trabajos son orgullo de nuestra Escuela de Medicina.
Jubilado como profesor, por el antiguo Ministerio de Instrucción Pública en 1916, siempre incansable en su afán de perfeccionamiento, hizo viaje a los Estados Unidos y a Europa en 1917, pero los trastornos inherentes a la guerra europea de 1914-1918, le impidieron llegar a París y a Berlín, como pretendía hacerlo y tuvo que prescindir de sus mejores proyectos, en especial los de hacer experimentos en laboratorios que eran conocidos.
Regresó a Norteamérica y en la Universidad de Columbia y en otros institutos se ocupó, con gran interés, en pruebas teóricas y prácticas especiales, vuelto a Venezuela, continuó sus actividades científicas, siempre encaminadas al bienestar de sus hermanos, y fue llamado con justicia "el médico de los pobres”.
En 1908 y en 1913 había ensayado retirarse a la vida severa de Cartujo, pero acaso su verdadero sitio estaba al lado de la humanidad doliente y no en la vida contemplativa., por lo que su ingreso a la Cartuja de Farneta, cerca de Lucca (Italia), no pudo ser definitivo sino apenas temporal. Fue uno de los fundadores de la Academia Nacional de Medicina de Venezuela, y su prestigio como clínico fue tan vasto como el de profesor. Su inmaculada vida, que fue todo un admirable proceso coronado por la más vasta ilustración científica, unida a sus aptitudes y a la entereza de su carácter, le rodearía, en todo momento, del mayor respeto y del afecto unánime de sus contemporáneos.
Su muerte, a consecuencia de un lamentable accidente ocurrido cuando transitaba a pié no lejos de su casa y buscando una medicina para un paciente, fue un verdadero duelo nacional.
Entre los numerosos elogios que se le tributaron se destaca el del Dr. Luis Razetti, eminente colega suyo en la labor científica profesional y en la cátedra, al decir que “El candor y la fe fueron las dos grandes fuerzas que le conquistaron, la más amplia independencia espiritual, el más extenso dominio de sí mismo y la poderosa energía moral de su gran carácter. Fue médico científico al estilo moderno, investigador penetrante en el laboratorio y clínico experto a la cabecera del enfermo, fundó su reputación sobre el inconmovible pedestal de la ciencia, de su pericia, de su honradez y de su infinita abnegación. Su prestigio social no tuvo límites y su muerte fue una catástrofe para la Patria”.
Entre sus trabajos publicados, se mencionan los siguientes: Sobre la Angina de Pecho de Origen Palúdico, el muy ponderado Sobre el Número de los Glóbulos Rojos, De la Nefritis en la Fiebre amarilla, de la Bilharziosis en Caracas, Sobre el tratamiento de la Tuberculosis Pulmonar por medio del Aceite de Chaulmoogra. Elementos de Bacteriología, obra eminentemente didáctica a pesar de la brevedad de su texto, que resume, de manera admirable, la ciencia creada por Pasteur, y su hermosa obrita Elementos de Filosofía, en que aparece en toda su diafanidad el alma blanca y luminosa del autor, al argumentar sobre el origen del mundo. Puede afirmarse que la pureza que emana de la vida entera del sabio Dr. Hernández, ha sido el más alto ejemplo legado a todas las generaciones científicas de Venezuela por tan preclaro maestro.
En 1949, a los treinta años de su muerte, el Arzobispado de Caracas inició el severo proceso de estudiar todos los hechos de la vida admirable del Dr. José Gregorio Hernández Cisneros como Siervo de Dios, con miras a intuir el proceso de su augura canonización. Hoy, a los 88 años de su trágico fallecimiento y 143 de su nacimiento no se ha realizado su tan solicitada santificación.

Edgar Eduardo Medina

Miembro de la Sociedad Bolivariana de Venezuela

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